Los ríos que desaparecen primera parte

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El otro día hablábamos de la posible desaparición del gran río volador del Amazonas y, con él, de la selva más grande del planeta. Nos pilla muy lejos pero no tenemos que irnos hasta Brasil para ver un ejemplo muy similar: cerca de la costa granadina está situada la Sierra de Lújar. La vertiente Sur de esta sierra ha sufrido diversos episodios de deforestación a lo largo de la historia que, acompañados por algunos grandes incendios recientes, la han dejado con escasa vegetación arbórea. Los alrededores de poblaciones como Lújar, Polopos, Rubite o Sorvilán no tienen ni una sola mancha de la arboleda original.

Únicamente quedan algunas manchas dispersas de los bosques originales en la zona de la Haza del Lino y en algunos barrancos. Estas manchas, además de encinas y pinos carrascos nos muestran que aquellos bosques eran muy ricos en especies, concretamente especies de zonas mucho más húmedas entre las que destacan árboles como los quejigos, los arces o los alcornoques.

¿Por qué existía esa vegetación de zonas más húmedas en esta vertiente de la sierra de Lújar? Pues bien, el viento húmedo procedente del mar remontaba las laderas y al enfriarse al ganar altitud empezaba a condensar esa humedad en forma de nieblas y rocío sobre los árboles, que actuaban de red atrapaniebla. Esta lluvia oculta que caía casi a diario mantenía un rico ecosistema forestal y además se filtraba en el suelo y junto con las lluvias (que caían sobre un suelo con cobertura vegetal y también se infiltraban) formaban varias fuentes y arroyos, tal y como atestiguan las toponimias de la zona: Barranco del Chorrillo, Rambla del Agua… Aparece incluso descrito en el diccionario geográfico de Pascual Madoz, cómo en 1850 había 2 molinos harineros en la rambla de Rubite y otros 2 en los arroyos Zahúrda y Tarajilla en Lújar, que funcionaban todo el año, mientras que en Sorvilán, en el arroyo Alformar sólo molían la tercera parte del año por falta de agua. Hoy en día no hay ningún cauce con agua en toda la sierra, exceptuando algún tramo corto alimentado por las aguas residuales de las poblaciones y que enseguida se filtra en el cauce seco.

Al cortar los árboles, los vientos húmedos no encuentran aquella gran superficie sobre la que condensar sus rocíos y solamente lo hacen, en menor medida, sobre los arbustos, por lo que la mayor parte de aquella lluvia oculta ahora pasa de largo. Pero ese fue solo el inicio del círculo vicioso que llevó a la deshidratación artificial de este paisaje. Con la pérdida de los árboles y la roturación de grandes zonas para plantar almendros y vides, el suelo quedó descubierto y expuesto a las fuertes lluvias tan típicas de nuestra zona, con lo que progresivamente la capa fértil del suelo fue siendo arrastrada y se fueron acentuando los procesos erosivos. Cuando el agua de lluvia cae sobre un suelo desnudo con fuerte pendiente, como es el caso, apenas se infiltra, sino que casi todo se convierte en escorrentía (que provoca fuertes crecidas e inundaciones aguas abajo, no hay más que ver las amenazadoras ramblas que desembocan en el mar en esta zona). La falta de infiltración de agua y de suelo provocó que progresivamente se secaran todos los arroyos y fuentes de la zona, así como buena parte de los árboles supervivientes, imposibilitando ya para siempre una recuperación natural de la vegetación natural y convirtiéndo esta zona en una de las mayor avance de la desertificación de toda Europa.

Romper este círculo vicioso e invertir la tendencia de pérdida de capacidad de capturar el agua es una de las principales finalidades de esta asociación y por eso toda la zona de la cara sur de la Sierra de Lújar es una zona prioritaria para comprar terrenos y plantar árboles. Tenemos 2 candidatos y, con vuestra ayuda, comenzaremos a trabajar allí en poco tiempo. Nuestro objetivo: pensemos a lo grande y que vuelva a correr el agua por los cauces.

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